Por: Oscar Alberto Murillo Rubio.
Voy a dar un paseo solitario
desde ahora al día del Juicio Final.
Bram Stoker.
l siguiente trabajo es un intento de análisis minucioso del vampiro encarnado en Drácula de Bram Stoker con el fin de encontrar las posibles causas por las cuales Drácula es el vampiro prototípico dentro de esa literatura.
El uso de dos textos proporcionados por el profesor y dos libros de corta extensión de cuentos de vampiros cuya introducción es uno de los focos fundamentales para este trabajo, ayudarán para la realización del marco teórico. Para finalizar, ubicar en la obra las características del vampiro y darles una interpretación.
Los vampiros son seres de ultratumba sedientos de sangre, pues este líquido es el único que puede lograr que sigan existiendo. Hay diferentes formas de que alguien se convierta en uno de estos muertos en vida: están aquellos que son mordidos por un vampiro y se transforman a su vez en chupadores de sangre; en otros casos, se profana la tumba de un hombre, se gritan horribles palabras en el idioma de los demonios y se vierte sangre fresca sobre el cadáver podrido, para que tenga lugar la mágica transformación del muerto al vampiro. El idioma de los demonios serían las blasfemias, maldiciones y también el uso de algún ritual satánico. El método para realizar su sangrienta labor, es con los colmillos que por alguna razón sobrenatural los tienen más largos y agudos que los caninos comunes.
¿De dónde surgió la palabra vampiro? De acuerdo con su etimología, el término "vampiro" que nosotros usamos actualmente se origina a partir de la palabra magiar vampyr, que a su vez es de origen eslavo y que aparece también en ruso, polaco. checo, serbio, y búlgaro (si bien encontramos también las variantes rusas upir / upyr y upuir en el Sur de Rusia; búlgaras vapir / vepir; rutenas tlepyr / vopyr / opyr y la variante polaca upier).
¿En qué momento surgió todo este mito y por qué? A fines del siglo XIV y principios del XV, los hombres estaban llenos de creencias mágicas acerca de brujas, demonios y hechiceros, los representantes del mundo oscuro y maligno que existía como contraparte del reino de Dios. En cuanto a los vampiros, se creía en ellos por la idea católica de que los cadáveres santificados por la Iglesia no podían ser corrompidos por la fuerza del demonio, en tanto que los que no lo habían sido, serían seducidos por el reino del mal.
Ya desde finales del siglo XVII la gente creía en los vampiros, y éstos formaban parte importante de sus vidas. Se escribían crónicas acerca de ellos en Rusia, Polonia, Grecia, Bohemia y Moravia.
En el este de Europa surgieron las primeras historias acerca de los vampiros. Se acusaba a la gente de practicar el vampirismo o ser víctima de él. En medio del nerviosismo de los hombres que vivían en la barbarie – pues mientras que una región de Europa se ilustraba la otra se hundía en las tinieblas –, la realidad se poblaba de seres demoníacos.
Hubo un caso particular en Rumania: la región de Transilvania fue testigo de un acto de vampirismo que se le atribuyó a un hombre muerto, el cual fue desenterrado y en él se vieron las marcas que lo hacían culpable ante los campesinos atemorizados: ojos abiertos, el cuerpo estaba fresco y tenía lodo en los pies. Lo que más los impactó fue el hecho de que el cadáver tuviera pelo y las uñas largas (hoy sabemos que una vez muerto un hombre, es normal pelo y uñas le sigan creciendo). Las autoridades decidieron clavarle una lanza al cadáver y quemarlo luego de arrancarle el corazón, comer tierra de la tumba donde dormía el vampiro y colgar ajos por el pueblo para quedar libres del maleficio. En 1730, incluso había artículos científicos que avalaban la existencia de los vampiros, explicando cómo es que necesitaban beber sangre de los vivos para continuar con su muerte en vida. La histeria colectiva no se hizo esperar en Valaquia y Moldavia, donde los habitantes fueron a los cementerios a cometer una espantosa carnicería con los restos humanos que encontraron en los sepulcros. Estas acciones fueron criticadas duramente por Inglaterra y los países ilustrados de Europa.
Un extenso estudio en Viena acerca de los acontecimientos del dominio popular sobre los vampiros, las opiniones de la gente y sus pruebas ante estos sucesos, aseguraba que todo era producto de la superstición e imaginación tétrica de los hombres que vivían en soledad en medio de las altas cordilleras. A partir de este tratado, la Iglesia católica condenó que sacaran los restos humanos de las tumbas para quemarlos, pues estos actos estaban contra las leyes de Dios; sin embargo, mientras sacerdotes sancionaban estas acciones salvajes, otros incitaban al pueblo a realizarlas, pues así crecía su fuerza sobre él. Finalmente un obispo romano, famoso en todo el continente, declaró que la falsedad de las historias de vampiros al este de Europa era evidente.
Pero el tratado de Viena y las opiniones de la Iglesia a favor y en contra de la existencia de los vampiros, sirvieron para reforzar la creencia de estos seres en el oeste de Europa. Esto sucedió cuando algunas personas escribieron, de manera anónima, tratados que avalaban la existencia de los muertos vivientes. Así, este y oeste creyeron fielmente en estos seres sobrenaturales. Los rumores y los textos acerca del fenómeno, fundieron tradiciones antiguas con el mito del vampiro con tanta intensidad, que éste se inmortalizó, quedando una referencia literaria para los magníficos escritores del siglo XIX.
¿Qué hay de las otras culturas? El mito del vampiro se encuentra difuso prácticamente en todas las culturas, sin que se pueda establecer una relación en la génesis del mismo. Los antiguos chinos creían en la existencia de un demonio bebedor de sangre humana que denominaban Ch'ing Shih y que era considerado un demonio que se apoderaba del cuerpo de un difunto preservándolo de la corrupción. Según la visión del cosmos de la religión tibetana Bon, precedente a la introducción del budismo, en la esfera subterránea del cosmos viven los Sa-bdag y los Sri, que son espíritus vampiro que atacan a los recién nacidos.
También las antiguas civilizaciones peruanas creían en la existencia de unos seres adoradores del diablo que chupaban la sangre a los jóvenes dormidos para robarles la vida y que denominaban canchus o pumapmicuc. Ovidio hablaba de una diosa Carna, Cardea o Cardna, que protegía a los niños impidiendo que se les aproximasen los vampiros y las striges que chupaban la sangre de los recién nacidos. La Émpusa griega a es un espectro de la corte de Hecate que se alimenta de carne humana, atacando a sus victimas bajo la forma de una hermosa mujer, y que amenaza la seguridad de los niños.
Ahora existe otra cuestión: ¿por qué la sangre? La Iglesia católica le da una gran importancia a la sangre; es el centro mismo de la misa, en la consagración del vino que se convierte en sangre. Así, mientras Jesucristo derramó su sangre para la salvación, el señor de las Tinieblas la toma para sobrevivir. Esa es la definición apropiada para relacionar el vampiro como un ser demoníaco, pero veamos el significado de la sangre dentro de la obra de Stoker que, curiosamente, está vinculada con la Biblia: "¡La sangre es la vida, la sangre es la vida!", repetía en la obra de Bram Stoker Renfield desde el manicomio ante la visión de la sangre del doctor Seward; exactamente la misma idea que desarrollara ya el Levítico 17:lO-16, que indica explícitamente que la vida de toda carne está en la sangre y que por ello su ingestión le está terminantemente prohibida al hombre y el contacto con ella, cuando se sacrifica o descuartiza un animal, provoca la impureza. La misma idea que reaparece en el Deuteronomio 12:23, de donde Stoker extrae la frase que pone en labios del señor Renfield.
Bram Stoker dio el nombre de Drácula a su vampiro porque escuchó de un “voivoda” rumano llamado Vlad Tepes Draculea III que combatió a los turcos alrededor del siglo XV. Cuando se habla de ese personaje histórico, se recuerdan los mitos inmortalizados en grabados de él almorzando cerca del “Bosque de los empalados”. Muy probablemente estos causaron el mito de Vlad mojando en sangre (de los empalados) el pan con el que acompañaba sus comidas. Claro que antes de saber sobre éste personaje, Bram Stoker se inspiró en literatura de vampiros de su época, pero la que tuvo mayor influencia fue la novela corta Carmilla de Joseph Thomas Sheridan Le Fanu.
La narración de Drácula es a base de diarios de los personajes, cartas, telegramas, etc., de manera que un narrador en primera persona es el que predomina a lo largo de la novela. El motivo, es provocar al lector esa sensación de horror al sentirse parte de la narración como uno de los personajes; el subconsciente lo sugestionará para lograr dicha sensación. Por ejemplo: durante la novela los personajes se envían cartas y telegramas entre sí y el lector, al saber que estos documentos no llegan a los destinatarios, crece el suspenso y obligará al lector decir palabras como “lee la carta” pareciendo como si dialogara con los personajes de la novela. Después el lector se cuestionará qué sucederá con el personaje que no leyó la carta y por lo tanto continuará con la lectura que terminará por perturbarlo.
El castillo es una figura arquitectónica que remite un secreto, puesto que es una bóveda repleta de misterios que posiblemente nunca se descubrirán. El de Drácula, es descrito como un castillo medieval con arte gótico y, ubicado en un lugar como los montes Cárpatos, los índices o signos de la humanidad son muy escasos. Por dentro, está de alguna forma sellado del exterior: no hay ventanas o estas fueron cuidadosamente cubiertas privando la visión a las afueras de la fortificación. La idea de la “visión bloqueada” en el caso de las ventanas, es que no existe esa tranquilidad o símbolo de paz que nace al ver la naturaleza, la seguridad de la luz del día o algún ruido que rompa el silencio además del viento; en vez de ello, la oscuridad, el silencio y la soledad reinan en todo el lugar para causar una sensación de incertidumbre y miedo. Las únicas ventanas son las que se encuentran en la habitación de Jonathan Harker y la de Drácula – en uno de los lugares de mayor altura –, estas son de un espacio reducido para que al menos quepa una persona con mucha dificultad para provocar un sentimiento de claustrofobia y principalmente el de marcar un énfasis en que es imposible hallar una salida en la fortificación.
El vampiro es comparado con un demonio al temer las figuras sagradas como la Hostia, un crucifijo bendito, un círculo sagrado o el agua bendita. Lo podemos observar al acto de purificación de los ataúdes en el castillo de Drácula, realizado por el doctor Abraham Van Helsing, experto en el tema del vampirismo dentro de la novela. El rito consistía en colocar una Hostia en el ataúd para que se purificara y el vampiro no pueda entrar en el para recuperar sus fuerzas. Tenemos el ejemplo de Mina Murray cuando está convirtiéndose en vampiro: Van Helsing realizaba una oración para la protección de Mina y al colocarle una Hostia en la frente; la piel tuvo una reacción negativa al objeto sagrado y termina por quemarse como si fuera ácido, lo único que ella empieza a decir es que es impura. El proceso de la aniquilación del vampiro es muy antiguo, sin embargo, Bram Stoker le dio los toques que la tradición omitía o eran procesos incompletos. De acuerdo con Van Helsing, para aniquilar por completo a un vampiro, es clavarle una estaca en el corazón mientras se lee la oración de difuntos – parece como si se tratara de alguna clase de exorcismo; además, Van Helsing nunca menciona específicamente el nombre real de la oración –, cortarle la cabeza y llenarle la boca de ajos. La estaca en el corazón haría al vampiro debilitarse porque como la sangre es la fuente de su fuerza y vida, estaría debilitándose conforme la sangre fuera drenándose y la oración haría el trabajo de contener el poder del vampiro. Después de la estaca, el “espíritu maligno” del vampiro abandona el cuerpo y este regresa a la normalidad; implícitamente, Van Helsing dice que podría volver el espíritu, por lo que acuden a cortar la cabeza del cuerpo con el fin de que no conseguiría nada si lo hiciera; por si fuera poco, se llena la boca de ajo para ahuyentarlo.
/ Los vampiros son fuertes y poderosos para hacer el mal. Éste, que está entre nosotros, posee tanta potencia como veinte hombres. Es más astuto que cualquier mortal, porque ha necesitado serlo a través de los siglos. Recibe la ayuda de la adivinación de los muertos. Con quien entre en contacto, queda bajo sus órdenes. Es diabólicamente cruel. Puede, dentro de ciertos límites, aparecer a voluntad donde y cuando quiere, y en cualquiera de sus formas. Es capaz, en su esfera, de dirigir los elementos: la tormenta, la niebla, el trueno. Manda a todas las cosas inferiores: a la rata, al búho, al murciélago, a la polilla y al lobo. Crece y se hace más pequeño a su antojo; en ocasiones puede hacerse invisible. / La fuerza que dice Van Helsing se conoce como “fuerza sobrehumana”, vista cuando Drácula carga las cajas de tierra de gran tamaño a una de las casas para refugiarse o la famosa imagen de Drácula descendiendo del castillo fácilmente como si fuera un lagarto. El énfasis en la palabra éste, y la frase que le continúa que está entre nosotros, es para remarcar que Drácula no es un vampiro como cualquier otro que se menciona en la novela – por ejemplo Lucy Westenra –, refiere que es más peligroso; la frase, es una expresión muy común que se refiere a una oración cristiana: Dios entre nosotros. Esta tiene finalidad de invocar su sagrado nombre y evadir los malos espíritus. En otras palabras, Drácula, al igual que Dios, es omnipresente. Drácula recibe ayuda de los muertos al tener el control de los espíritus malignos y almas en pena. Se pueden comunicar con él de la misma forma como lo puede hacer un médium o con un proceso similar a la Cuija.
Con quien entra en contacto, queda bajo sus órdenes. La oración se refiere a que puede convertir a otros en vampiros para que queden a sus órdenes o su maldad es tanta que puede poseer a los carentes de espíritu – digámosle – bueno.
Es capaz, en su esfera, de dirigir los elementos: la tormenta, la niebla, el trueno. Manda a todas las cosas inferiores: a la rata, al búho, al murciélago, a la polilla y al lobo. La tormenta, la niebla, el trueno y los animales pertenecen a un campo semántico de la noche y la oscuridad, los dominios del vampiro.
/ […] No puede entrar en ninguna parte por primera vez, a menos que alguien de la casa lo invite a entrar.
Su poder acaba con la llegada del día. Únicamente en ciertas ocasiones goza de libertad limitada. / Estas características son propias de Drácula. La primera representa una debilidad de Drácula al verse limitado a no poder entrar a una casa a menos que se invite. La segunda característica desmiente el mito popular de que la luz del día mata al vampiro. Se creía que se haría ceniza si la luz del sol tocaba la piel del vampiro, pero en realidad sólo los poderes se anulaban y puede permanecer a la luz del día en forma humana para tal vez restablecer fuerzas, curarse de sus heridas, etc. Tal y como lo describe Mina Murray cuando Jonathan Harker vio al conde rejuvenecido.
/ […] Existen otros medios: La rama de rosa silvestre y puesta en su ataúd, le priva de movimiento. Una bala bendecida, disparada en su féretro, le destruye de verdad y para siempre. / De acuerdo con las leyendas y creencias europeas, existen ciertas plantas que se usan para ahuyentar a los demonios. La rosa silvestre contiene propiedades parecidas al ajo.
Existe un elemento similar al ataúd que es muy importante para Drácula: las cajas de tierra del castillo. Drácula utiliza la tierra “maldita” reposar y con ello regenerar sus poderes. Como el ataúd puede ser purificado o inmovilizado por la rosa silvestre, la caja tiene sus desventajas al ser purificada. Además, el único método para que Drácula recupere sus poderes completamente, debe permanecer en su ataúd. Drácula no necesita mostrar su verdadera forma (monstruo) para causar terror. Jonathan Harker es testigo al ir al castillo. Él de alguna forma se acostumbra a la soledad y el silencio del lugar cuando Drácula se ausenta y al momento en que se percata de que las cosas se están tornando aterradoras, la soledad y el silencio se transformaron en su enemigo para causar más terror: sabe que ya no está solo y encerrado en un castillo con puertas cerradas, ventanas selladas y almacenando demonios; los sentimientos de agobio y terror aparecen, concibiendo la paranoia y al final la locura de Jonathan Harker. La causa principal del terror de Jonathan, es que Drácula no se vio reflejado en el espejo. De acuerdo a la creencia de que los vampiros carecen de alma, no tienen reflejo, la cual es un símbolo de la satisfacción de estar vivo.
/ – ¡Quería usted ayudar a esos hombres a darme caza y a frustrar mis planes! Ya sabe ahora, y ellos lo sabrán muy pronto, lo que significa cruzarse en mi camino. Mientras se asociaban para luchar conmigo, yo frustraba sus intentos. Y usted, a quien veneran, será para mí: carne de mi carne, sangre de mi sangre, vida de mi vida, abundante lagar durante mucho tiempo. Más adelante se convertirá en mi compañera y ayudante. […] Ahora acudirá a mi llamada. Cuando mi cerebro diga: “¡Ven!”, usted cruzará la tierra o los mares para ejecutar mi mandato. ¡Y para que se cumpla esto beberá mi sangre! / Van Helsing nombra este acto: el bautismo de la sangre del vampiro. Tal bautizo fue tan popular que se usa en toda la literatura de vampiros posterior a Drácula, aunque ninguna de ellas se compara con la original.
Sin duda Drácula es la máxima representación del vampiro literario al seguir los cánones marcados por las tradiciones y creencias folclóricas. Obviamente existen algunas obras antes de esta, pero fue gracias a Bram Stoker que logró brindar ese empuje que los vampiros literarios necesitaban. Claro que también existen textos posteriores a Drácula, pero ninguno de ellos tendrá ese toque perturbador y sugestivo de Bram Stoker.
Bibliografía.
Ingelmo, Salomé Guadalupe. “La sangre es la vida. A la caza del vampiro semítico”. En Isimu II.
Balam, Alaric, Cuentos clásicos de vampiros, Editores Mexicanos Unidos, México, 2003.
Stoker, Bram, Drácula, Producciones Editoriales, España, 1979.
Vargas Galván, Rocío, Con sed de sangre. Leyendas de vampiros, Editores Mexicanos Unidos, México, 2010.
Se rumora que Bram Stoker se inspiró en el castillo de Bran – curiosamente ubicado en Rumania – para crear el hogar de Drácula en los montes Cárpatos y la única forma de llegar al castillo es por un camino llamado el paso de Borgo.