De Carmen Brenguer
En un pequeño pueblo había un rey a quien le faltaba una oreja. Pero nadie lo sabía. Siempre tenia puesta su larga peluca de rizos negros. La única persona que conocía su secreto era el viejo barbero de palacio que debía cortarle el cabello una vez al mes. Entonces se encerraba con el rey en la torre más alta del castillo. Un día el viejo barbero se enfermo. Dos semanas después murió y el rey no tenia quien le cortara el cabello. Pasaron dos, tres días, dos tres semanas, y ya las greñas comenzaban a asomar por debajo de la peluca. El rey comprendió entonces que debía buscar un nuevo barbero. Bajó a la plaza un día de mercado y pego un cartel frente al tarantín donde vendían los mangos mas sabrosos:
"SE BUSCA BARBERO JOVEN, HABIL Y DISCRETO"
Esa noche llego al palacio un joven barbero. Y cuando comenzó a cortar el pelo, descubrió que el rey era mocho de una oreja.
-Si lo cuentas -dijo el rey con mucha seriedad-, te mando matar.
El nuevo barbero salió del palacio con este gran secreto "El rey es mocho" pensaba, ay no puedo decírselo a nadie. Es un secreto entre el rey y yo". Pero no podía dejar de pensar en el secreto, y tenia ganas de contárselo a todos sus amigos. Cuando sintió que el secreto ya iba a estallar por dentro, corrió a la montaña y abrió un hueco y grito durísimo:
¡El rey es mocho!
Tapó el hueco con tierra y así enterró el secreto. Por fin se sintió tranquilo y bajó al pueblo. Pasó el tiempo y en ese lugar creció una linda mata de caña. Un muchacho que cuidaba cabras paso por ahí y cortó una caña para hacerse una flauta, cuando estuvo lista sopló y la flauta cantó:
"El rey es mocho no tiene oreja por eso usa peluca vieja..."
El muchacho estaba feliz con esa flauta que cantaba con solo soplarla. Cortó varias cañas, preparo otras flautas y bajo al pueblo a venderlas. Cada flauta, al soplarla cantaba: "El rey mocho no tiene oreja, por eso usa peluca vieja..." Y todo el pueblo se enteró de que al rey le faltaba una oreja. El rey se puso muy rojo y muy bravo. Subió a la torre y se encerró un largo rato. Pensó, pensó, pensó... Luego bajo, se quito la peluca y dijo:
-La verdad es que las pelucas dan calor. Y sólo se la volvió a poner en carnaval.
Colección Libros del Rincón S.E.P.
México, 1986
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