Por Pietro Silvio Rovetta
Sin descubrir, en público al menos, un solo centímetro de su epidermis, Ugpe Sumigla había conquistado París. Incluso al aparecer toda cubierta de pieles en su Danza Glacial debió que, en escasos ocho días, llegase a ser la diosa de las noches parisienses.
Si ella hubiese declarado que la Torre Eiffel era un horrible esqueleto de algún obelisco, todo París se hubiera precipitado a demoler el florón metálico de las orillas del Sena. Pero la estrella del Follies Bergere encontró una frase más catastrófica.
La noche del 16 de mayo de 1991, encontró, al llegar a su hotel, un estuche de oro macizo, ofrenda de un admirador mexicano que se había enriquecido durante la transformación industrial de su país. Ella hizo tirar en seguida aquel regalo por el balcón, manifestando a un grupo de amigos:
-El oro es el más vulgar de todos los metales. Es preciso ser un verdadero patán para utilizarlo o apetecerlo.
Tres días después, los joyeros de la Calle de la Paz ofrecían anillos de oro de dieciocho quilates por treinta centavos, sin conseguir vender uno solo.
Fue así como el oro dejó de estar de moda.
Se impusieron multas por arrojar oro a la vía pública o por arrojarlo a los vertederos de basura.
El 31 de diciembre de 1991 la humanidad entera ya se había dado cuenta de que el oro no valía nada porque no servía para nada.
En Ginebra se celebró la Gran Conferencia Internacional de la Banca y de las Finanzas, pues era urgente encontrar alguna otra materia que supliera al patrón oro, a fin de distinguir de nuevo a los ricos de los pobres, a las naciones opulentas de los países subdesarrollados. Con todo, no se llegó a ningún acuerdo.
Entonces la humanidad subvino por sí misma a esa dificultad de manera inteligente. La unidad monetaria internacional fue el cerebro: se designaron en cada país tres individuos geniales, reunidos en razón social y facultados para dotar moneda a su nombre, con valor proporcionado a su inteligencia o genio de los aludidos.
Para el mes de agosto de 1992, la moneda italiana ganó 70 puntos, porque un Instituto Filosófico de Roma había descubierto el bacilo de las pasiones eróticas y su manera de curarlas. Más tarde, el “cerebro” alemán subió de veinte marcos a ciento ochenta, por haber interpretado los manuscritos etruscos.
El caso adverso lo dio Portugal, cuando el rey contrajo matrimonio con una bailarina, causando una grave crisis comercial, la cual sólo se restableció al modificarse la constitución; en lo sucesivo, Portugal sería monárquico los años nones y republicano los años pares, y las revoluciones sólo serían autorizadas en el curso de los años bisiestos.
En diciembre de 1992, la hermosa danzarina Ugpe Sumigla, que continuaba haciendo furor en París, fue llevada ante el presidente de la república, por quien sería condecorada con la Legión de Honor, presentándose engalanada con ajorcas, collares, anillos y brazaletes de oro.
(Roma, 1943)
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Texto extraído de “Retales. Compilación de Juan Rulfo” por Alberto Vital, Sonia Peña y Víctor Jiménez (2008) en El Cuento. Revista de Imaginación, año 1, tomo I, número 3, julio de 1964, p. 17. Tomado por Rulfo de la Antología de humoristas italianos contemporáneos, selección de Andrés Guilmain, 1943.
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